lunes, mayo 29, 2006

Los fumadores y la contaminación

Yo he oído la protesta de gentes cultas y amigas mías, cuando en el tránsito se quejan de las toneladas de gases tóxicos que vomitan por las calles de Caracas, los automóviles sin reguladores en su carburación y los autobuses de gasoil, chimeneas ambulantes de humo sucio, que en esos países civilizados no pueden circular. Yo he oído, repito, la justa protesta de esos semejantes por tal razón, mientras presiento sus fosas nasales protegidas por un pañuelo.


Mi solidaridad con su actitud en cada caso, habría sido más patente de no haber sido por el hecho que se trataba de empedernidos fumadores, que ignoran que los que ellos hacen a sus pulmones y a sus restantes vísceras, es un daño más directo y más brutal contra su propia salud, que el que les ocasiona los resoplidos de monóxidos de carbono y otras asquerosidades gaseosas esparcidas en la ciudad de neumonoconiosis y por los quemadores particulares de basuras. Obsérvese que en todas estas fuentes de contaminación, la más fácil de erradicar sería la de los fumadores, si en nombre de su instinto de conservación, del respeto que deben tener por el aire limpio del prójimo y de la vergüenza que causan todos los vicios, se decidieran a dejar el suyo.

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