lunes, abril 03, 2006

Pensando en la crueldad de la eficiencia

"Conocemos la altísima eficiencia científica invertida en los engendros bélicos. Estamos conscientes de que con los mismos es posible reventar el planeta en un sólo instante. Pero, ignoramos por qué la angustia de esa expectativa no hiere tanto como la que sentimos frente a gente con talento y capacidad que dejarían desatar una tragedia porque no hay quién les pague por impedirla.

Esta reflexión me enturbia la mente cuando un labriego cabizbajo, me habla de una pena suya, sorteable pero siniestra a causa de su pobreza y de la codicia de un médico sin alma. Se trata de un padre que después de ir a muchos consultorios clínicos consiguó al fin al especialista que diagnosticara el desconocido mal que aquejaba a su pequeña hijita de 9 años., y que le prometiera curársela mediante una operación sin riesgo: "Tiene ud- suerte amigo. Yo le salvaré a su niña".
Según la mitología, Asclepio caminaba apoyándose en un bastón en torno al cual se enroscaba una serpiente. que pertenece a la especie "culebra de Esculapio" (nombre científico: Elaphe longissima). Asclepio aprendió todo lo que Quirón sabía sobre el arte de la medicina. Cometió el imperdonable pecado de dar vida a los muertos, el dios Zeus lo castigó con un rayo. Durante cientos de años después de su muerte, los enfermos visitaron los numerosos templos construidos en su honor. Allí ofrecían sacrificios y elevaban plegarias a Asclepio quien, según creían, se les aparecía en sueños y les prescribía remedios para su enfermedad.

El rictus de la desesperación, hace tiempo enclavado en el alma del hombre, se disipó por el fulgor del júbilo en los ojos. "¿En qué hospital, doctor?" En ninguno, amigo, porque sólo en mi clínica privada puedo garantizarle la esterilidad que me es indispensable para asegurarle el éxito". "¿Y es muy costosa, doctor? - preguntó el asalariado, soñando seguramente con empeñar su vida para pagar el servicio. "No creo -respondió el galeno displicente - que la cosa pase de cien mil Bolívares". (Eran $3.000,00 para ese momento) El ruido del timbre para que la secretaria pasara a un nuevo paciente, ahogó el sollozo de quien siente que le aplastan la esperanza recién nacida".

No hay comentarios.: